martes, 30 de marzo de 2010

En el fondo de su alma...

...sentía que había obrado de un modo vil, bajo y cruel; se daba cuenta de que no tenía derecho de juzgar a nadie, ni siquiera de mirar a nadie a la cara. Ya no podía considerarse como un hombre noble, magnánimo y encantador como antes. Y, sin embargo, debía serlo para seguir llevando una vida alegre y animada. Y para ello no había más que un medio: no pensar en lo que acababa de ocurrir. Eso fue lo que hizo.

Resurrección. León Tolstoi